El primer vino de naranja del mundo elaborado exclusivamente con naranjas 100% Valencianas e inspirado en la pura esencia del Mediterráneo.
Tarongino no es un vino dulce o una mistela, es más ácido y es un producto muy suave, con 7 grados de alcohol, «más que una cerveza y menos que el vino», pues la naranja tiene menos azúcar que la uva comenta el Guillermo Antelo, director de la compañía, a La Razón.
Gracias a una fermentación natural con un procedimiento exclusivo a bajas temperaturas que preservan la calidad del proceso, obtienen una bebida fresca 100% zumo de naranja o clementina. Tras un par de meses, Tarongino adquiere una graduación de 9º y un sabor excepcional. En la fase final, maceran unos días con la corteza de la naranja, liberando sus aceites esenciales. Esto les proporciona suaves y agradables aromas cítricos en nariz y en boca.
Tras un par de meses, Tarongino adquiere una graduación de 9º y un sabor excepcional.
¿Cómo nació Tarongino?
Tarongino está elaborado por Naranjas Ché, empresa tradicional de la familia Antelo Mencheta, con más de cinco generaciones de experiencia en el cultivo de naranjas y clementinas de Valencia, con campos situados en Sagunto (Valencia), en la Comarca del Camp de Morvedre, zona citrícola de gran tradición.
En el diario «Levante-EMV» María Martínez de EFE Valencia explica muy bien los orígenes de Tarongino.
Los tres hermanos de Naranjas Ché, exportaban naranjas de cultivo ecológico por Internet, pero querían crear un producto nuevo con este cítrico tan autóctono.
«Pensamos en humus o mermeladas, pero todo estaba muy visto o los costes eran muy altos».
Entonces descubrieron que en Sudamérica se aromatiza el vino blanco con frutas como mango o maracuyá, pero ellos querían «darle un valor añadido» y pensaron: «Si se puede hacer vino del mosto, ¿por qué no sacar vino de los cítricos?». A pesar de la importancia de la naranja en Valencia, «nunca a nadie se le había ocurrido convertirla en vino», por lo que estos hermanos decidieron embarcarse en la aventura de la mano de un enólogo que sabía «mucho de vinos pero nada sobre naranjas», según Guillermo Antelo.
Firmaron un convenio con la Universidad Politécnica de Valencia y se enfrascaron en pruebas que, según el director, al principio eran «imbebibles», pues «había que afinar todos los parámetros de azúcar, temperatura de fermentación o época de recolección, muy diferentes en la naranja a los de la uva».
La primera versión del vino de naranja llegó en el verano de 2013, tras un año de investigaciones en las que a base de «ensayo y error» consiguieron encontrar la fórmula secreta del «Tarongino«.
A la destilación de la naranja le siguieron la de mandarina clementina, la de naranja sanguina y la del pomelo. En palabras del director a La Razón«el vino de mandarina es más seco y menos dulce, está entre vino blanco y sidra, pero con un toque de fresca acidez».
El vino de naranja «tiene un sabor más dulce e intenso pues es macerado con la corteza» y el de sanguina, conocida como naranja de sangre, «tiene un tono más rosado y un sabor que recuerda a las frutas del bosque, pues esta variedad de naranja comparte con ella numerosos componentes».
El proyecto familiar, que fue autofinanciado con 300.000 euros, ya se ha dado a conocer con éxito en múltiples ferias nacionales e incluso ha iniciado su exportación.